Música,
escritora y Presidenta Internacional de
la Organización Internacional Nueva Acrópolis, de filosofía, cultura y
voluntariado. Condecorada con la Cruz de París en Artes, Ciencias y Letras, otorgada por la Academia Francesa. |
Estoy convencida de que todos los seres humanos, aunque no lo sepan y no tengan un título, son filósofos. Estoy convencida de que cualquier ser humano que se pregunta cosas y que cuando se encuentra a solas consigo mismo quiere saber quién es, ha dado nacimiento a un filósofo.
¿Qué
es la filosofía? A mí no me gustan las definiciones, tal vez porque he tenido
que estudiar muchas, porque me he dado cuenta de que en esos casos la memoria
sirve de poco, y lo que ha servido es lo que se nos va quedando en el Alma. La
filosofía, más allá de los muchos conceptos que se han explicado a lo largo de
la historia, más allá del balance de finalidades que se le han dado, es el Gran
Arte, la Gran Ciencia.
Es
una actitud ante la vida. Es una actitud que requiere una Ciencia; si uno se
hace preguntas, necesita respondérselas. Y es una actitud que implica un arte porque esas
palabras no se pueden responder de cualquier forma. ¿Qué es actitud ante la
vida? Es… ir por ella con los ojos abiertos; es no tener miedo de indagar en
los grandes misterios; es no tener miedo de mirar en el Universo y preguntarse
por él, por uno mismo, por el Ser humano. Y es allí donde coinciden todos los
pueblos, porque, en todos los momentos, cuando el hombre se preguntó cómo se
une con el Universo, ha encontrado a Dios, y lo ha reflejado de mil maneras.
Esto no significa que filosofía sea religión, pero no la excluye; puede ser
conocimiento, arte, religión; puede ser muchas cosas. Es algo lo bastante
general para convertirse justamente en una gran utopía.De todas las
definiciones de filosofía hay una que particularmente me agrada muchísimo y que
se atribuye a Pitágoras, cuando los sabios de su época se
dirigían a él con gran veneración dominándolo justamente así, como un sabio. Se
cuenta que en una oportunidad respondió: “No, yo no soy un sabio. Yo soy
simplemente un amante de la sabiduría”. Y de esta expresión griega surgió el philosophos, el que ama a la sabiduría porque no
la posee, porque siente que aún le faltan muchas cosas, y por eso la ama, la
busca y la persigue.
![]() |
Filósofos Griegos |
Claro
está que llamarnos a nosotros mismos filósofos nos lleva a comparamos con Pitágoras y nos queda demasiado amplio; en todo
caso seriamos filo-filósofos: muchos intentos de acercamiento, mucho amor y
muchos escalones para llegar a ese amor como lo llamaba Pitágoras, que es amor a la sabiduría, inmenso
motor que nos hace ir hacia lo que nos falta, hacia lo que necesitamos. Platón
decía que no amamos lo que tenemos, sino lo que nos falta. Justamente el amor
nos lleva hacia aquello que nos hace falta, aquello que nos completa, aquello
que nos perfecciona. Percibir que hay sabiduría y que no la poseemos es
magnífico porque eso nos mueve, porque ese amor es lo que nos hace salir, nos
hace romper las barreras del egoísmo, esa barrera de “lo que yo quiero”, “lo
que a mí me gusta”, “lo que a mí me preocupa”, porque cuando se empieza a mirar
al Universo con otros ojos se abren muchas puertas, puertas interiores, pero
también muchísimas exteriores, y hay una gran posibilidad de entender a las
otras personas en la medida en que uno se va entendiendo. Hoy, tal vez, a
muchos siglos de distancia de Pitágoras,
de aquellos filósofos considerados utópicos, la filosofía en líneas
generales, es algo bastante diferente; lo he experimentado de manera personal
estudiando en la facultad, como una insatisfacción permanente. Hoy filosofía es algo muy
abstracto; son muchas palabras y muchos conceptos difíciles y cuando la
gente se queda con esta idea de la filosofía, huye de ella. Hoy filosofía es
casi Historia de la Filosofía, es un repaso a todo lo que han pensado todos los
filósofos de todos los tiempos. Eso sí, acatando ciertas normas, porque en todo
momento hay filósofos que son muy buenos, muy notables y hay otros que son
prohibidos, malos, nefastos. Pasarán unos años y los nefastos serán los buenos,
y los que se consideran buenos pasarán del otro lado: también la Historia de la
Filosofía tiene modas.
Hoy
la filosofía no se considera algo práctico, algo útil para la vida. Esa idea de
falta de aplicación, esa idea de que la filosofía es una utopía, de que no
sirve para nada, ha hecho que la gente intente evitar la filosofía de la misma
manera que el que no ha aprendido a vivir intenta evitar el estar a solas
consigo mismo. Hay mucho vacío interior, mucha inseguridad y no debe extrañamos
en absoluto que haya tanta corrupción, tanto desorden, tantas catástrofes
naturales, porque cuando el ser humano no encuentra un eje dentro de sí mismo,
no tiene cómo salir adelante. Treinta y dos años en Acrópolis estudiando
filosofía y unos años antes en la Facultad, son muchos años dedicados a ella, y
aunque me digan que es impráctica y que no sirve para nada, yo me sigo
diciendo: pero y las grandes preguntas las grandes inquietudes… ¿dónde se contestan?
¿Qué hacemos con aquello que nos asalta cuando uno se encuentra a solas consigo
mismo: y por qué la vida, y por qué la muerte, y por qué el dolor, y por qué
envejecemos, y por qué nos pasan las cosas que nos pasan? ¿Por qué hay
sufrimiento, y por qué se puede pasar del sufrimiento a la alegría y de la
alegría al sufrimiento, y qué es lo que nos conduce como un viento de una cosa
a otra? ¿Por qué tenemos temores y por qué dudamos…? Y cuando surgen estas
preguntas, o las respondemos o viviremos perpetua mente angustiados porque
habremos echado una cortina delante de nuestros ojos intentando no ver lo más
importante. Cuando hay interrogantes no hay más remedio que preguntar.
Sócrates |
Cuando Sócrates decía: “Sólo sé que no sé nada”, no lo
decía por conformarse con no saber nada. Es un reconocimiento de lo que no se
sabe y un punto de partida: “Voy a saber más porque necesito más”. Aunque pasen
los siglos, el ser humano se seguirá planteando estos interrogantes. Y basta
que nos exijan una respuesta para que la filosofía se vuelva útil, práctica y
necesaria. La filosofía es la Gran Educadora es la que nos enseña a vivir. Lo
más difícil de todo, que es Vivir, casi nadie lo enseña. No vamos a llegar a
ser Sabios, pero por lo menos tendremos algunos temores menos, algunas dudas
menos de las que teníamos antes; no vamos a mirar a la Gran Verdad, pero
empezaremos a tener algunas certezas. El quién soy, qué hago aquí, para qué
estoy, de dónde vengo y a dónde voy, es una forma de aprender a vivir; el arte
de vivir es contestarse día a día a esas preguntas. Es entender por qué
sufrimos, por qué hay dolor. Los filósofos orientales, tan viejos que a veces
no sabemos ni qué fechas ponerles, decían que el dolor es vehículo de
conciencia.
Cuando
uno es feliz y ríe, difícil mente se pregunta “¿por qué me pasa esto a mí?”
Parece ser que los humanos aprendemos cuando algo nos duele y el Arte de Vivir
nos enseña que cada vez que sufrimos hay que detenerse y preguntar “¿por qué
sufro, qué me está intentando enseñar la vida en este momento? ¿Qué hay detrás
de este dolor? ¿Qué experiencia importante puedo extraer?”. Cuando un filósofo
está aprendiendo a vivir, se le pone una prueba y si la supera, sabe que cuando
llegue la siguiente podrá pasar por encima y querrá aprender algo más de la
vida. Este Arte de Vivir incluye también algo tan importante como valorar la
vida y todos los seres vivos. No es posible escuchar que haya gente joven que
diga-. ” Yo no he pedido venir a la vida”, como si fuera un reproche. Un
reproche ¿a quién? No sé si hemos pedido venir a la vida: estamos aquí, y hay
que aprender a valorarla, porque es un magnífico regalo. No se puede pasar por
la vida dejando que nos arrastren; tal vez esto también constituya el Arte de
Vivir.
Conclusión:
La filosofía, pues, si bien enraizada en el mito, parece ser una creación
original del pueblo griego. Su rechazo de lo sobrenatural, de lo mágico, de la
ambivalencia, son signos de una racionabilidad que difícil mente podemos
encontrar en otras formas de pensamiento anterior. Finalmente decir: En lugar
de ser un tronco de árbol a la deriva en un río, tener la capacidad de
construir una barca con el tronco, unos remos, y poder dirigimos a nosotros
mismos a través de la corriente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario